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Albert, Gerard, Guillem y Laura: ¡Viaje a Londres!
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Albert, Gerard, Guillem y Laura: ¡Viaje a Londres!
Esta historia creo que es un poco mejor que la de "Albert, Gerard, Guillem y Laura: Los perfectos del año", porque la hice con 10 años. (también la mejoré, y también fue por un trabajo de lengua)
Albert, Gerard, Guillem y Laura: ¡Viaje a Londres!
< -¡Acabamos de llegar y ya nos hemos perdido! Buaaa- me quejaba yo.
En verdad tenía muchos motivos para quejarme, porque al venir a Londres habíamos perdido 2 aviones, la cartera y nos habíamos perdido en un bosque. Vamos, sin dinero, en medio de un bosque y yo en trauma infantil, que ya es bastante pesado.
Caminamos un poco y encontramos la puerta trasera de una mansión. Como no había vigilancia, a todos les pareció una buena idea entrar, pero yo no estaba tan segura. La cuestión es que entramos, y 5 minutos después nos encontrábamos huyendo de una multitud de guardias de seguridad.
-¡Yo ya decía que no era una buena idea!-les dije.
-Y yo que sabía que era la puerta trasera del Buckingham Palace?!?!- se excusó Guillem.
Rato después habíamos llegado en la Trafalgar Square, y el patoso de Gerard tropezó con una piedra y se cayó por unas escaleras. Evidentemente se enfadó y lanzó la piedra, pero desafortunadamente le dio a una vieja estatua de Horatio Lord Nelson.
Al ser tan antigua, la estatua se desmoronó entera y sólo quedaron pedacitos. A Gerard se le salieron los ojos de las órbitas. Ya tenía dos delitos encima: allanamiento de morada y destrucción del mobiliario público.
No queríamos pasarnos lo que nos quedaba de vida entre rejas así que nos escondimos detrás de la columna de la estatua destruida y Gerard se puso arriba, disfrazado de Nelson, ya que él la había destrozado.
Como detrás de esa columna todos no cabíamos fuimos a buscar otro sitio donde ocultarnos pero a medio camino encontramos a más guardias, y nos camuflamos entre las fuentes de forma humana.
Albert había sido el más atrevido y se había metido allá en medio, sacando agua por la boca simulando una fuente. Se le notaba a la legua, pero los guardias pasaron de largo.
Esperamos un rato hasta que fueron, nos vestimos y nos marchamos hacia el Big Ben. Ya que nos hacia tanta ilusión, entramos. En lo alto de la torre sólo había los mecanismos del reloj, y a todos nos pareció una pérdida de tiempo.
-Tengo un mal presentimiento- dije yo-. Me parece que hoy volaremos.
Y no me equivocaba. Un misil dirigido a la torre la hizo estallar en mil pedazos.
Rato después, se vislumbró una silueta entre el polvo. Era Gerard, el único que había salido sin un rasguño de aquél singular incidente.
Yo estaba justo debajo de una roca y tenía inmovilizada la parte de la cintura abajo, así que, al ver a Gerard le pedí ayuda. Él me ignoró y se alejó, y poco después dejó de estar en perfecto estado, porque le cayó una roca en toda la cabeza y le salió un chichón de la medida de una lata de Coca Cola.
Por el golpe empezó a delirar, decía ser el más bello hombre conocido en la faz de la Tierra. Otro cuerpo surgió del campo de runa. Albert se levantó y se quitó el jersey. Decía ser un hombre de fuerza espectacular. Guillem también se levantó, no rompió el hilo y continuó diciendo sandeces y contarle a un amigo invisible que tenía un coeficiente intelectual de 415.
Mi deber ahora sería llevarlos directos al manicomio pero me era completamente imposible. No me podía mover.
Unos guardias empezaron a llegar. Ya estaba salvada de la tortura de estar inmovilizada y tener que escuchar a esos dementes perturbados, pero tenía otra tortura en espera, y yo no sabía de su existencia.
Unos me sacaron de allí, y un hombre alto, guapo y atractivo me cogió en brazos.
-¿Nos llevaréis a casa?- le pregunté. Una pregunta bastante ingenua, la verdad.
-Ya te gustaría. Tenéis una cita con el juez –me respondió él-. Estáis acusados de allanamiento de morada, destrucción del mobiliario público y del Big Ben. Ya te puedes ir despidiendo de ver el azul del cielo, no saldrás del calabozo en mucho tiempo.
-Nooooooooo!
Y era verdad. Este era la tortura pendiente. Al llegar a Tarragona el juez nos condenó a 10 años de prisión. ¿Desde cuándo le hacen eso a gente de 12 años? Ni idea. Encima nuestras familias se habían ido de vacaciones en Australia. Que desgraciados somos.
FIN
Yupi! Mi profe me puso un 9,75/10!
Esto un 9,75 no se merece, pero mejor para mi
Albert, Gerard, Guillem y Laura: ¡Viaje a Londres!
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En verdad tenía muchos motivos para quejarme, porque al venir a Londres habíamos perdido 2 aviones, la cartera y nos habíamos perdido en un bosque. Vamos, sin dinero, en medio de un bosque y yo en trauma infantil, que ya es bastante pesado.
Caminamos un poco y encontramos la puerta trasera de una mansión. Como no había vigilancia, a todos les pareció una buena idea entrar, pero yo no estaba tan segura. La cuestión es que entramos, y 5 minutos después nos encontrábamos huyendo de una multitud de guardias de seguridad.
-¡Yo ya decía que no era una buena idea!-les dije.
-Y yo que sabía que era la puerta trasera del Buckingham Palace?!?!- se excusó Guillem.
Rato después habíamos llegado en la Trafalgar Square, y el patoso de Gerard tropezó con una piedra y se cayó por unas escaleras. Evidentemente se enfadó y lanzó la piedra, pero desafortunadamente le dio a una vieja estatua de Horatio Lord Nelson.
Al ser tan antigua, la estatua se desmoronó entera y sólo quedaron pedacitos. A Gerard se le salieron los ojos de las órbitas. Ya tenía dos delitos encima: allanamiento de morada y destrucción del mobiliario público.
No queríamos pasarnos lo que nos quedaba de vida entre rejas así que nos escondimos detrás de la columna de la estatua destruida y Gerard se puso arriba, disfrazado de Nelson, ya que él la había destrozado.
Como detrás de esa columna todos no cabíamos fuimos a buscar otro sitio donde ocultarnos pero a medio camino encontramos a más guardias, y nos camuflamos entre las fuentes de forma humana.
Albert había sido el más atrevido y se había metido allá en medio, sacando agua por la boca simulando una fuente. Se le notaba a la legua, pero los guardias pasaron de largo.
Esperamos un rato hasta que fueron, nos vestimos y nos marchamos hacia el Big Ben. Ya que nos hacia tanta ilusión, entramos. En lo alto de la torre sólo había los mecanismos del reloj, y a todos nos pareció una pérdida de tiempo.
-Tengo un mal presentimiento- dije yo-. Me parece que hoy volaremos.
Y no me equivocaba. Un misil dirigido a la torre la hizo estallar en mil pedazos.
Rato después, se vislumbró una silueta entre el polvo. Era Gerard, el único que había salido sin un rasguño de aquél singular incidente.
Yo estaba justo debajo de una roca y tenía inmovilizada la parte de la cintura abajo, así que, al ver a Gerard le pedí ayuda. Él me ignoró y se alejó, y poco después dejó de estar en perfecto estado, porque le cayó una roca en toda la cabeza y le salió un chichón de la medida de una lata de Coca Cola.
Por el golpe empezó a delirar, decía ser el más bello hombre conocido en la faz de la Tierra. Otro cuerpo surgió del campo de runa. Albert se levantó y se quitó el jersey. Decía ser un hombre de fuerza espectacular. Guillem también se levantó, no rompió el hilo y continuó diciendo sandeces y contarle a un amigo invisible que tenía un coeficiente intelectual de 415.
Mi deber ahora sería llevarlos directos al manicomio pero me era completamente imposible. No me podía mover.
Unos guardias empezaron a llegar. Ya estaba salvada de la tortura de estar inmovilizada y tener que escuchar a esos dementes perturbados, pero tenía otra tortura en espera, y yo no sabía de su existencia.
Unos me sacaron de allí, y un hombre alto, guapo y atractivo me cogió en brazos.
-¿Nos llevaréis a casa?- le pregunté. Una pregunta bastante ingenua, la verdad.
-Ya te gustaría. Tenéis una cita con el juez –me respondió él-. Estáis acusados de allanamiento de morada, destrucción del mobiliario público y del Big Ben. Ya te puedes ir despidiendo de ver el azul del cielo, no saldrás del calabozo en mucho tiempo.
-Nooooooooo!
Y era verdad. Este era la tortura pendiente. Al llegar a Tarragona el juez nos condenó a 10 años de prisión. ¿Desde cuándo le hacen eso a gente de 12 años? Ni idea. Encima nuestras familias se habían ido de vacaciones en Australia. Que desgraciados somos.
FIN
Yupi! Mi profe me puso un 9,75/10!
Esto un 9,75 no se merece, pero mejor para mi
Loraninja- Miembro
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